GAMBO Y DOMINGO DE RAMOS (02/05/2013)
Este fin de semana pasado (27-28 de abril) tuve la oportunidad vivir numerosas experiencias. Antes de partir hacia Gambo estuve la mañana del sábado haciendo fotografías a los niños que participaban en el “Día de la Solidaridad”. En este día, los niños van a la Misión a recoger unas pequeñas bolsas de harina que luego reparten a los niños pobres de la ciudad. Desde luego, si los que venían a participar eran los “niños ricos”, los pobres deben ser muy, muy pobres. Durante la recogida del cereal había unas chicas encargadas de repartirlo a los niños y lo cierto es que disfrutaban muchísimo con el reparto, ya que se caían y jugaban entre ellas, siempre entre risas y bromas.
Ya después de comer partí hacia Gambo acompañado de una voluntaria que está en Meki, trabajando en un orfanato (del cuál haré una entrada cuando lo visite). Para llegar allí hay que coger dos “autobuses”, uno hasta Arsi Negele, y que tarda unas dos horas en llegar, y luego otro desde allí hasta Gambo. El trayecto de ida hasta Negele fue relativamente cómodo. Lo más usual es viajar en una “van”, que es una furgoneta con 13 plazas (incluido el conductor) y que suelen llenar algo más (unas 17-18 personas). El segundo autobús, que sí lo es en este caso, es un aparato completamente destartalado, con moqueta de pelo pegada en el techo (pelo de 10 cm de longitud y de color rosa fucsia), guirnaldas varias, dibujos… y del año 1970 con mucha suerte. El autobús recorre 20 kilómetros en una hora por caminos de tierra roja típica de África. Los “fangis” generamos mucha expectación entre la población local y cuando hay una parada para descargar pasajeros (y sus bolsos, sacos de patatas, bidones de agua o incluso ovejas y cabras –esto también en las furgonetas-) la gente se agolpa en las ventanillas para dedicarnos una mirada curiosa acompañada generalmente de una sonrisa y en busca de un apretón de manos. Cabe decir que para subirse a este autobús en Negele hay que, literalmente, luchar con el resto de pasajeros, ya que va completamente lleno de gente (la media son 3 personas por cada 2 asientos). No tuvimos problemas para subirnos porque llegamos muy pronto, pero alguno de los últimos pasajeros que quería subir se coló en marcha en el autobús y saltó por encima de dos filas de asientos hasta que consiguió “colocarse” en el pasillo, justo “encima” de mí (como si fuera el techo de una tienda de campaña sobre mi cabeza). El viaje, agobiante desde luego, resulta divertido cuando lo piensas a posteriori. Todo el trayecto está aderezado con música etíope electrónica a todo volumen. Los altavoces del autobús sí que son modernos y suenan “demasiado” bien.
Una vez llegados a Gambo nos recibieron Teresa, Pedro, Marta y Amalia (enfermera, médico y farmacéuticas, respectivamente), que están trabajando en la Misión a la cual pertenece el hospital. El hospital, que en realidad son barracones prefabricados, tiene varias secciones, que son infantil, leprosería, tuberculosis y adultos. Dado que llegamos algo tarde, sólo tuve tiempo de visitar la zona infantil… qué decir, aquello es realmente duro. Los niños, la gran mayoría desnutridos, son unos 10-15 cm más pequeños de lo que debieran para su edad. La mayoría están muy enfermos y viven en el hospital, junto con sus madres. También hay algunos algo mayores (todos menores de 10 años) que están ingresados y a los cuales van a visitar sus familiares. El trabajo que hacen los voluntarios allí es impresionante, y realmente hay que tener ganas de ayudar y entregarse para hacer un trabajo como ese. Para más información sobre la Misión de Gambo y el hospital se puede acceder a esta página web:
www.gambohospital.org
A la mañana del día siguiente, que aquí fue Domingo de Ramos (Etiopía sigue el calendario Juliano), pude asistir durante un buen rato a la misa que hace la Comunidad. La celebración comienza con una procesión por toda la Misión (que es bastante grande) y a cuya cabeza van los sacerdotes (etíopes) portando una cruz, y detrás de ellos toda la gente que va a participar de la misa, portando hojas de palmera en las mano y la mayoría vestidos de blanco. Una vez dentro de la iglesia empieza la celebración, de rito católico, animada con un coro de niños que cantan de una forma increíble. Es realmente sobrecogedor poder escucharles. Aquí la celebración de la fe es mucho más intensa que en España (y en general que en Europa). La gente canta con muchas ganas, además de bailar y moverse al ritmo de la música. Manifiestan su fe con mucha alegría.
Después nos pusimos en marcha para ir a visitar un salto de agua de 45 metros de altura que estaba a unos 45 minutos andando desde la Misión. El paseo es realmente agradable, ya que Gambo está situado cerca del parque natural de Abidjatta Shalla y toda la zona es muy verde. Durante el camino es posible ver a los lugareños cargando con leña, trabajando en el campo, o montando a caballo.
Después de pasar el día haciendo marcha volvimos hacia Arsi Negele en nuestro autobús destartalado, y desde allí en “van” hasta Ziway, pero esta vez 27 personas en el espacio reservado para 13…
Como siempre, algunas fotos del fin de semana. ¡Gracias!
Este fin de semana pasado (27-28 de abril) tuve la oportunidad vivir numerosas experiencias. Antes de partir hacia Gambo estuve la mañana del sábado haciendo fotografías a los niños que participaban en el “Día de la Solidaridad”. En este día, los niños van a la Misión a recoger unas pequeñas bolsas de harina que luego reparten a los niños pobres de la ciudad. Desde luego, si los que venían a participar eran los “niños ricos”, los pobres deben ser muy, muy pobres. Durante la recogida del cereal había unas chicas encargadas de repartirlo a los niños y lo cierto es que disfrutaban muchísimo con el reparto, ya que se caían y jugaban entre ellas, siempre entre risas y bromas.
Ya después de comer partí hacia Gambo acompañado de una voluntaria que está en Meki, trabajando en un orfanato (del cuál haré una entrada cuando lo visite). Para llegar allí hay que coger dos “autobuses”, uno hasta Arsi Negele, y que tarda unas dos horas en llegar, y luego otro desde allí hasta Gambo. El trayecto de ida hasta Negele fue relativamente cómodo. Lo más usual es viajar en una “van”, que es una furgoneta con 13 plazas (incluido el conductor) y que suelen llenar algo más (unas 17-18 personas). El segundo autobús, que sí lo es en este caso, es un aparato completamente destartalado, con moqueta de pelo pegada en el techo (pelo de 10 cm de longitud y de color rosa fucsia), guirnaldas varias, dibujos… y del año 1970 con mucha suerte. El autobús recorre 20 kilómetros en una hora por caminos de tierra roja típica de África. Los “fangis” generamos mucha expectación entre la población local y cuando hay una parada para descargar pasajeros (y sus bolsos, sacos de patatas, bidones de agua o incluso ovejas y cabras –esto también en las furgonetas-) la gente se agolpa en las ventanillas para dedicarnos una mirada curiosa acompañada generalmente de una sonrisa y en busca de un apretón de manos. Cabe decir que para subirse a este autobús en Negele hay que, literalmente, luchar con el resto de pasajeros, ya que va completamente lleno de gente (la media son 3 personas por cada 2 asientos). No tuvimos problemas para subirnos porque llegamos muy pronto, pero alguno de los últimos pasajeros que quería subir se coló en marcha en el autobús y saltó por encima de dos filas de asientos hasta que consiguió “colocarse” en el pasillo, justo “encima” de mí (como si fuera el techo de una tienda de campaña sobre mi cabeza). El viaje, agobiante desde luego, resulta divertido cuando lo piensas a posteriori. Todo el trayecto está aderezado con música etíope electrónica a todo volumen. Los altavoces del autobús sí que son modernos y suenan “demasiado” bien.
Una vez llegados a Gambo nos recibieron Teresa, Pedro, Marta y Amalia (enfermera, médico y farmacéuticas, respectivamente), que están trabajando en la Misión a la cual pertenece el hospital. El hospital, que en realidad son barracones prefabricados, tiene varias secciones, que son infantil, leprosería, tuberculosis y adultos. Dado que llegamos algo tarde, sólo tuve tiempo de visitar la zona infantil… qué decir, aquello es realmente duro. Los niños, la gran mayoría desnutridos, son unos 10-15 cm más pequeños de lo que debieran para su edad. La mayoría están muy enfermos y viven en el hospital, junto con sus madres. También hay algunos algo mayores (todos menores de 10 años) que están ingresados y a los cuales van a visitar sus familiares. El trabajo que hacen los voluntarios allí es impresionante, y realmente hay que tener ganas de ayudar y entregarse para hacer un trabajo como ese. Para más información sobre la Misión de Gambo y el hospital se puede acceder a esta página web:
www.gambohospital.org
A la mañana del día siguiente, que aquí fue Domingo de Ramos (Etiopía sigue el calendario Juliano), pude asistir durante un buen rato a la misa que hace la Comunidad. La celebración comienza con una procesión por toda la Misión (que es bastante grande) y a cuya cabeza van los sacerdotes (etíopes) portando una cruz, y detrás de ellos toda la gente que va a participar de la misa, portando hojas de palmera en las mano y la mayoría vestidos de blanco. Una vez dentro de la iglesia empieza la celebración, de rito católico, animada con un coro de niños que cantan de una forma increíble. Es realmente sobrecogedor poder escucharles. Aquí la celebración de la fe es mucho más intensa que en España (y en general que en Europa). La gente canta con muchas ganas, además de bailar y moverse al ritmo de la música. Manifiestan su fe con mucha alegría.
Después nos pusimos en marcha para ir a visitar un salto de agua de 45 metros de altura que estaba a unos 45 minutos andando desde la Misión. El paseo es realmente agradable, ya que Gambo está situado cerca del parque natural de Abidjatta Shalla y toda la zona es muy verde. Durante el camino es posible ver a los lugareños cargando con leña, trabajando en el campo, o montando a caballo.
Después de pasar el día haciendo marcha volvimos hacia Arsi Negele en nuestro autobús destartalado, y desde allí en “van” hasta Ziway, pero esta vez 27 personas en el espacio reservado para 13…
Como siempre, algunas fotos del fin de semana. ¡Gracias!
Comments:
"Qué intensidad de vivencias..."
Marta May 19, 2013 1:37:31
"Qué intensidad de vivencias..."
Marta May 19, 2013 1:37:31